Diego Coatz. Director Ejecutivo – Economista Jefe UIA. Docente Grado y Posgrado UBA – UCES.
1. ¿Porque Argentina tiene que ser un país industrial?
Pronto vamos a ser más de 45 millones de argentinos. El país cuenta con recursos naturales, pero, en relación a la población, no son tantos como se cree. Medidos per cápita, tenemos entre 5 y 8 veces menos recursos que Australia, Nueva Zelanda o Noruega, e incluso la mitad que Chile. En ese marco, incluir a todos los argentinos con un buen nivel de vida requiere un desarrollo industrial potente y dinámico.
Para avanzar en ese sentido, la primera tarea es superar los desafíos que permiten alcanzar el desarrollo. Podemos enumerar cuatro, que son prioritarios: 1. Generar divisas para importar aquello que nos permita seguir agregando valor, sofisticar nuestra producción y hacer sostenible las cuentas externas 2. Genera empleo de calidad y bajar la informalidad del 40% a un 15% (generando 1,5 millones de empleo nuevos privados formales); 3. Reducir la desigualdad regional en el país (hoy es 8 a 1 entre la provincia más rica y la más pobre) 4. Generar más tecnología argentina.
En términos generales, el desarrollo de nuestro país tiene que complementar agro, minería, energía y servicios con una industria moderna, integrada, competitiva e innovadora. Países como Argentina –por extensión y por población– sólo pueden alcanzar el desarrollo a través de esta complementación productiva. La experiencia internacional es irrefutable.
2. ¿Cómo se logra una industria así?
Una vez que estamos de acuerdo en el objetivo, debemos avanzar sobre un programa que nos acerque a la meta. La clave es la competitividad sistémica de la economía. Para lograrla, existen tres niveles de políticas. Primero, una macroeconomía favorable para la producción y las economías regionales (que desaliente la especulación), generando las condiciones para invertir en proyectos productivos a largo plazo.
Segundo, una agenda de temas estructurales y de mediano/largo alcance, que van desde infraestructura y educación hasta el financiamiento de largo plazo, la reducciónde cuasi rentas y sobrecostos (desde las cuestiones de ART hasta temas portuarios, logísticos, etc.). Tercero, pero no menos importante,contar con instituciones sólidas, que fomenten la articulación público-privada, permitiéndonos acumular capacidades y experiencias. El desarrollo es un proceso acumulativo de aprendizaje (social, organizacional y laboral).
3. ¿Cuál es la clave dentro de esta agenda de largo plazo?
Todos acordamos que el partido del futuro se juega en campo del conocimiento, generando capacidades tecnológicas propias. Por nuestra estructura social, propia de un país de ingresos medios, Argentina no puede ni debe competir por bajos salarios (como sucede en algunos países de Asia), Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Lograrlo implica priorizar una agenda de productividad que tenga el objetivo de, al menos, duplicar la inversión en Investigación y Desarrollo en términos de PBI: del 0,6% actual a 1,2-1,5% –con un rol cada vez más importante del sector privado–. Esto es insertarse en tramos innovadores de cadenas globales de valor, en un mundo cada vez más competitivo y con mayor presencia de tecnologías disruptivas.
Los recursos naturales, la diversidad industrial y de servicios sofisticados nos dan la plataforma para encarar la agenda del futuro, haciendo eje en más y mejor empleo. Pero necesitamos generar los incentivos y acordar las prioridades. Una reforma tributaria que incentive la producción es uno de los primeros paso en ese camino.
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