La necesidad de conformar una estrategia de largo plazo

Autores: Diego Coatz. Medio: Publicada en El Economista.

15/01/2009
Existe consenso entre los economistas sobre la dimensión de la crisis internacional y, junto con ello, del impacto que la misma está teniendo en nuestro país, a través de diferentes canales: caída del precio de las commodities, merma de la demanda internacional, depreciación cambiaria de nuestros principales socios comerciales, restricción crediticia, entre otros temas de relevancia.

Esta crisis se suma a un conjunto de inconvenientes que ya veían operando en la economía doméstica desde el año 2006, vinculados a los límites de la estructura económica, infraestructura, calidad de la inversión, innovación y calificación de la mano de obra, entre otros, que se agudizaron hacia fines de 2007 y principios de 2008 manifestándose en la problemática macro actual a través de la aceleración de la inflación y pérdida de competitividad real por las subas en los costos de producción junto a las retracciones en el nivel de actividad que siguieron al conflicto entre el gobierno y el sector agropecuario.

De cualquier forma, lo que debiera quedar claro es que este escenario complicado de la coyuntura local e internacional no debe hacernos perder de vista la necesidad de encausar un sendero de crecimiento estable a lo largo del tiempo, que pueda enmarcarse en una agenda de desarrollo de largo plazo, única forma de dar una respuesta genuina a las deudas estructurales de nuestro país. Ello requiere de “accionistas” para poder llevarlas a cabo, estos es agentes económicos y sociales tanto del espectro político, empresarial como laboral que conciban la dimensión temporal.

En este sentido la configuración macroeconómica delineada a partir de 2002/2003 fue propicia para recuperar altas tasas de crecimiento económico y recomposición productiva. Constituyó así un paso adelante con respecto a la desarticulación total del tejido industrial que predominó en las últimas décadas, auque sigue latente la consecución de un proceso de desarrollo; sólo con mayor complejidad y diversidad de la estructura productiva se podrá responder al avance del conocimiento y las nuevas tecnologías, potenciando la innovación y retroalimentando la sustentabilidad macroeconómica a lo largo del tiempo.

La dinámica económica y social que siguió a la reindustrialización de los últimos años muestra a las claras la necesidad de reeditar un nuevo enfoque productivista para el diseño de las políticas económicas; es decir, una nueva perspectiva que contemple en su raigambre los desafíos específicos de los productores reales, y que favorezca la interacción intensa entre los sectores público y privado.

Esto supone “construir” el equilibrio macroeconómico desde atrás, modificando las características de la estructura productiva y generando las capacidades y competencias acordes a nuestras necesidades. No resulta algo abierto exclusivamente al libre juego de oferta y demanda, sino que se constituye como eje de gravitación central a la hora de definir el marco macroeconómico.

Sin lugar a dudas el sostenimiento de un tipo de cambio real competitivo resultó y resulta un instrumento muy potente para impulsar la producción y la generación de empleo, aunque de cara al mediano y largo plazo son necesarias estrategias particulares que impulsen mejoras en la productividad, con vistas a una adecuada inserción internacional. Los criterios claves con los cuales debería definirse tal agenda deberían incluir, de forma interrelacionada, la definición de una política industrial, con eje en la innovación y las ganancias de productividad; esquemas de financiamiento, ligado a las funciones de banca de inversión que canalicen el ahorro nacional; el desarrollo de una infraestructura adecuada; una política de desarrollo empresarial que tome en cuenta el tamaño de las empresas y esquemas de reducción de la desigualdad regional y, fundamentalmente, social.

La construcción de este sendero no resulta, sin embargo, una tarea sencilla, puesto que está sujeta a fuertes interdependencias entre la macro, la meso y la microeconomía, al tiempo que necesita de redes de colaboración y apoyo, tanto del sector público como privado. En el camino, no solo habrá que ir fortaleciendo agencias de promoción, sino también atender aquellos elementos que hacen al nacimiento y desarrollo de empresas dinámicas sobre una trayectoria continua de avance en el conocimiento.

En este sentido, el accionar del Ministerio de la Producción abre una oportunidad para pensar nuevas formas de vinculación público - privada para atender necesidades específicas de las distintas actividades económica que hacen al entramado productivo en general e industrial en particular, así como de aquellas que se irán desarrollando en el marco de nuevas economías de aglomeración.

Todos estos elementos que se presentan en la actualidad configuran un panorama diferente al que primó desde la recuperación de 2002 / 2003, y plantean un gran desafío de política en los meses por venir, en tanto muchos de los pilares sobre los que se sustentó la recuperación –tipo de cambio competitivo, bajas tasas de interés, altos precios internacionales y fuerte demanda global- experimentan tendencias a la reversión en su comportamiento.

La evolución futura de la economía del país y el mantenimiento de los avances alcanzados hasta el momento dependerá más que nunca de la existencia de una política económica coordinada y que viabilice la continuidad de la producción de bienes. Ello implica conjugar las decisiones en materia monetaria, cambiaria, fiscal, de ingresos y de política comercial, preservando la demanda interna y fortaleciendo la externa.

Pero no olvidemos que la deuda sigue siendo la conformación de una estrategia de país de crecimiento y transformación estructural de mediano y largo plazo, así como de una nueva institucionalidad público / privada que lleve a la creación de nuevos emprendimientos productivos más conocimiento –intensivos, capaces de aprovechar mejor las condiciones internacionales cuando las mismas son favorables y evitar que cuando estás se revierten se pierdan las capacidades acumuladas previamente.

Economista Jefe, Centro de Estudios de la UIA (CEU) y Economista Coordinador del Instituto de Economía Aplicada de la UCES (INSECAP)

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