Esta desaceleración durante el segundo semestre del año es resultado de la interacción de un conjunto de factores tanto internos como externos. Un contexto internacional incierto, tanto en Europa como –principalmente– en Brasil, implica menor demanda que la esperada de manufacturas de origen industrial y de automóviles en particular. Por su parte, luego de una notable recuperación, el mercado local comenzó a estabilizarse en niveles de expansión más moderados, en un contexto de tasas de interés mayores (lo que ha afectado fundamentalmente el crédito comercial). Por estos motivos, el sector industrial continuará transitando un sendero de expansión, aunque más moderado durante el 2012, reacomodándose al nuevo contexto global y local.
Una de las características principales de la actividad manufacturera de los últimos 2 años fue la marcada heterogeneidad en el crecimiento sectorial, representando un cambio en el patrón de crecimiento en relación al período 2002-2008. Desde la segunda mitad del 2010 hasta los primeros seis meses de 2011, la expansión evidenció un mayor nivel de concentración, liderada por sectores intensivos en importaciones, capital y recursos naturales. En primer lugar se encuentra el sector automotriz, que alcanzó niveles de producción record; luego alimentos y bebidas, resultado de la recuperación del sector de molienda de oleaginosas luego de la sequía que afectó al sector hasta principios de 2010: y en tercer lugar la metalmecánica, impulsada por el consumo de bienes durables y la recuperación de la inversión en equipos durables. La producción de minerales no metálicos y materiales también tuvo un aporte considerable como resultado de la favorable evolución de la construcción pública y privada.
Sin embargo, esta dinámica de crecimiento tuvo incidencia sobre dos ámbitos de importancia: en el comercio exterior, a través de la elevada elasticidad de las importaciones y en el mercado de trabajo, mediante la menor elasticidad empleo-producto.
En lo que refiere al comercio exterior, el patrón productivo luego de 2008 resultó ser más intensivo en importaciones, llegando a incrementos interanuales en las compras al exterior por encima del 50%, conforme avanzó la recuperación de la actividad económica. El hecho de que el sector automotriz y el de bienes durables sean algunos de los principales sectores que traccionaron la actividad industrial implicó un aumento de las necesidades de partes y piezas de capital, así como insumos intermedios. Es por esto que el déficit MOI retornó a sus máximos históricos, especialmente con Brasil y China, los principales socios comerciales del país.
Aunque a un menor ritmo (23% promedio entre 2010 y primeros meses de 2011), las exportaciones también crecieron, destacándose el desempeño de las Manufacturas de Origen Industrial, que pasaron a representar el 35% del total exportado. Las MOI fueron impulsadas fundamentalmente por tres sectores: dos de los más dinámicos como el automotriz y la metalmecánica, y por los productos químicos (fundamentalmente biocombustibles). Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario, segundo rubro de exportación, crecieron impulsadas en un principio por las cantidades, invirtiéndose en los últimos meses la causalidad a los precios. Los residuos y desperdicios de la industria alimenticia y grasas y aceites son los principales componentes de dicho rubro.
Por el lado del Empleo, el sector manufacturero empleaba de 1.187.423 de personas en el 2008, mientras que durante el 2009, resultado del impacto de la crisis global, ese número descendió a 1.150.423. Si bien durante el 2010 el empleo se fue recuperando en consonancia con la actividad fabril y en lo que va del presente año ya supera los niveles anteriores a 2008, la creación de nuevos puestos de trabajo se dio a un menor ritmo que el de la actividad. Los sectores de mayor dinamismo resultaron ser menos intensivos en mano de obra, a lo cual se sumó un aumento de la incertidumbre respecto a la estabilidad de la demanda futura y la posibilidad de desaceleración del comercio externo con Brasil, especialmente en productos manufacturados. Este último factor implicó una actitud de mayor cautela en las contrataciones y por lo tanto los incrementos en la actividad se alcanzaron mediante una mayor intensidad laboral, es decir, contrataciones temporales y una mayor extensión de las horas extra.
Perspectivas
El mayor nivel de incertidumbre deriva de la evolución en la demanda externa, proveniente tanto desde el principal socio comercial de Argentina, Brasil, como del resto de los países afectados por la crisis internacional –particularmente Europa. Otro posible canal de riesgo puede ser el aumento de la competencia desleal a medida que muchas naciones liquiden su producción frente al derrumbe de sus mercados de exportación tradicionales.
A ello se suma el incremento de los costos industriales y la depreciación de las monedas de los principales socios comerciales. Los empresarios argentinos, como los de cualquier país del mundo, persiguen beneficios definiendo un mix de producción en función de la rentabilidad actual y esperada que presenta el segmento productivo versus el negocio comercial importador. Si en algún sector o empresa no existe un mix favorable (algo que ocurre en diversas ramas de la industria), gana el mercado importador. De ahí la relevancia de las políticas macro.
La clave para sostener un ritmo de crecimiento industrial cercano al 5% durante el próximo año es la coordinación de los instrumentos de política macro de forma de fortalecer la demanda interna bis a bis se minimiza la pérdida de la competitividad-precio de los bienes transables. Ello debiera contemplar no sólo el tipo de cambio nominal sino la evolución de los costos, aranceles, retenciones y reintegros, de la mando de otros incentivos fiscales según el grado de agregación de valor, tanto para satisfacer la demanda local (sustitución de trabajo importado por trabajo nacional) como para la dinámica de las exportaciones, particularmente de los productos con mayor valor agregado (agropecuarios e industriales).
Todo esto es, sin embargo, condición necesaria pero no suficiente. Desde la famosa “sintonía fina” debiera emerger un programa de desarrollo que contemple una política industrial integral que corrija gradualmente los desequilibrios estructurales de la matriz productiva y reduzca la vulnerabilidad y dependencia del aparato productivo.
Décadas de retrocesos en la integración del entramado industrial derivaron en un elevado requerimiento de bienes intermedios importados. La administración del comercio exterior es clave para morigerar los efectos de la crisis frente a la competencia desleal, pero no deja de ser un instrumento más dentro de una batería de políticas necesarias para converger en forma gradual a los estándares de integración que presentan los países desarrollados.