Crecimiento industrial e importaciones: una señal que reclama coordinación macro y políticas de desarrollo

Autores: Diego Coatz. Medio: Publicada en El Economista.

21/07/2010
Luego de un 2009 extremadamente complicado, en el que la economía argentina sufriera de lleno el impacto de la crisis internacional, lo peor de las turbulencias va quedando atrás durante esta primera mitad del año. La coyuntura muestra hoy en un marco de recuperación de la actividad en general. Y la industria, en particular, muestra elevadas tasas de crecimiento interanual.

Luego de siete meses de recuperación, la producción se acerca gradualmente a los niveles observados con anterioridad al desplome de la actividad y, de sostenerse la tendencia favorable, se consolidaría la recuperación durante la segunda mitad de 2010.

En mayo, la expansión de la industria fue de 14,3% respecto a igual mes de 2009. De este modo, durante los primeros cinco meses del año la producción registró un crecimiento interanual acumulado de 12,3%. Sin embargo, el nivel actual muestra todavía un leve rezago con respecto a los meses de mayor producción de aquel año (el bimestre de septiembre y octubre, previo al impacto de la crisis). De sostenerse la tendencia, recién durante la segunda mitad de 2010 la industria consolidaría su recuperación, ingresando en una etapa de expansión frente a los mejores meses de 2008.

No obstante esto, la evolución diferencial de las importaciones, que a lo largo del año vienen mostrando una expansión muy superior a la de las exportaciones, amerita un análisis más detallado. Aunque todavía existe, afortunadamente, un amplio margen, la brecha externa ha constituido en la Argentina, históricamente, uno de los principales obstáculos para el sostenimiento en el tiempo de los períodos de crecimiento.

Por ello es que el fuerte crecimiento de las importaciones debe tomarse como un signo de alerta. Las importaciones vienen acelerando su ritmo de crecimiento desde diciembre de 2009, cuando se ubicaron un 9% por encima del año anterior, hasta alcanzar en mayo de 2010 un aumento interanual de 72% (producto del aumento de 51% de las cantidades y 14% de los precios), acentuándose particularmente la expansión de las compras a la Unión Europea (+122%). La evolución de las importaciones es una de las variables clave a seguir de cerca, ya que implica que una porción creciente de la demanda no se traslade a producción nacional, lo que condiciona la recuperación del empleo y la inversión.

El avance de las compras al exterior tiene su origen esencialmente en dos factores. En primer lugar, existe un motivo de índole estructural, asociado a la elevada elasticidad de las importaciones respecto al producto. Décadas de retrocesos en la integración de la industria nacional derivaron en una alta dependencia de bienes intermedios importados para la producción local, y de bienes de capital, piezas y partes, para la inversión. Esta tendencia fue revertida de manera muy parcial en los últimos años.

El segundo factor es el incremento de los costos industriales y la depreciación de las monedas de los principales socios comerciales. En este sentido, la crisis de la Eurozona podría repercutir negativamente por el lado real en caso de acentuarse la debilidad del Euro (que podría inducir, a su vez, una depreciación del Real).

Los empresarios argentinos, como los de cualquier país del mundo, maximizan beneficios definiendo un mix de producción en función de la rentabilidad actual y esperada que presenta el segmento productivo versus el negocio comercial importador. Si en algún sector o empresa no existe este mix (algo que ocurre en diversas ramas de la industria), el que termina ganando mercado es directamente el importador. De ahí la relevancia de las políticas macro.

En este marco, los grandes desafíos se presentan en los siguientes interrogantes: ¿cómo reducir la brecha entre los USD 699 y casi USD1.800 de tonelada exportada e importada respectivamente, el déficit de más 400 mil puestos de trabajo que deja el intercambio comercial, la alta dependencia de manufacturas de origen industrial (90% del total importado frente al 30% del total exportado)? O, en el mismo sentido, ¿cómo se logra avanzar en la agregación de valor a la producción alimenticia (los alimentos elaborados tan sólo representan el 25% del complejo agroindustrial exportador)? Estos son algunos de los ejes centrales para superar nuestras limitaciones históricas, no sólo en términos de generación de divisas (con los términos de intercambio de 2002 en el segundo semestre de 2008 se habría esfumado el superávit comercial), sino también para garantizar la generación de empleo de calidad, con mayores salarios, escala y productividad.

La continuidad de un proceso de expansión sostenido requerirá combinar instrumentos macroeconómicos adecuados (coordinación de política monetaria, cambiaria, comercial y fiscal, entre otras) garantizando la acumulación de capital reproductivo y desalentando la especulación y las actividades rentísticas / importadoras (macro). La intermediación financiera, el comercio y los servicios son sectores clave para crecimiento, pero siempre que estén encuadrados en un entorno macro que esté diseñado para fortalecer los vínculos entre la economía real, las finanzas y el comercio.

Estas premisas aparecen como condición necesaria pero no suficiente para la integración social, productiva y territorial de nuestro país. La clave radica en el diseño e implementación de un programa de desarrollo integrador. Es hora de repensar políticas de oferta: una política industrial integral que corrija gradualmente los desequilibrios estructurales de la matriz productiva y reduzca la vulnerabilidad y dependencia del aparato productivo.



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