Actualidad Industrial Nº1 – Enero 2007

Durante el año 2006 el sector industrial se expandió 8,3% respecto al 2005, acumulando así más de 4 años ininterrumpidos de crecimiento industrial. Por su parte, se exhibieron crecimientos del 5,3% en los obreros ocupados, 4,4% en las horas trabajadas y un 25,2% en los salarios nominales.

13/02/2007
EDITORIAL El 2006 cerraría con un crecimiento cercano al 8,5%, en un sendero de 19 trimestres consecutivos de expansión, con un aumento acumulado en el PBI de 39,4% respecto al peor momento de la crisis. Este escenario, que volvió a estar por encima de los pronósticos de la mayoría de los analistas, genera un marco propicio para arribar a 5 años de crecimiento por encima de la media mundial durante el año 2007, algo que nuestra economía no había podido lograr en los últimos 100 años. En este contexto, la actividad industrial viene siendo, desde el sinceramiento cambiario de 2002, el motor del crecimiento económico, y actualmente se encuentra un 16,1% por encima del pico de 1998 y más de un 72% respecto al peor momento de la crisis. Esta expansión no ha sido homogénea en términos sectoriales; vehículos automotores, textiles, minerales no metálicos y el resto de la industria metalmecánica tuvieron el mejor desempeño desde la salida de la convertibilidad, y juntos dan cuenta de más del 65% del crecimiento industrial total. Con excepción de la industria textil, el determinante común para tal comportamiento fue la baja utilización relativa de la capacidad instalada la cual, al menos desde fines de 2004, se encuentra en expansión gracias al dinamismo que desde entonces viene presentado la inversión. Así, pasada la etapa de normalización en el uso de los factores productivos, la inversión en equipos durables de producción define en gran parte la dinámica industrial, al tiempo que traza el sendero potencial de crecimiento y desarrollo a mediano y largo plazo. En efecto; con tasas de crecimiento cercanas al 15% en 2007, la inversión debería rondar hacia fin de ese año el 23% del PBI (a precios de 1993), aunque la necesidad propia de cualquier proceso de desarrollo implicará fijar el énfasis en la calidad de la inversión. En esto mismo se juega gran parte de la dinámica de las variables sociales; la industria manufacturera continúa siendo, en el actual modelo de crecimiento económico, un sector clave en la creación neta de empleo formal. Desde el sinceramiento cambiario, los puestos de trabajo sectoriales han mostrado un ritmo de expansión convergente al del resto de la fuerza laboral, lo cual le ha permitido estabilizarse y concentrar el 18% del total. Sin embargo, consolidar este proceso y dar un salto cuanti y cualitativo requerirá profundizar y diversificar el aparato productivo nacional. Actualmente, y como fuera mencionado, la creación de empleo está más ligada a la inversión en activos físicos que en 2003 y 2004, y está encontrando algunas restricciones por el lado de la oferta. Tales restricciones atraviesan todo el tejido industrial de nuestro país, y traen a colación la importancia de llevar a cabo medidas en torno a la capacitación general y específica de la mano de obra. Esto último toma aún mayor relevancia a partir del análisis de la estructura de la desocupación en Argentina; la misma está fuertemente sesgada hacia personas con fuerte rotación en el empleo, cuya última experiencia está asociada en general al tramo informal de sectores como la construcción, el comercio, servicio doméstico y mantenimiento del hogar, por lo cual parece claro que se ha alcanzado el núcleo duro del desempleo; la ruptura a la baja va a depender tanto de las oportunidades que se brinden en educación general y específica como de su distribución social: actualmente poco menos del 1% de los jóvenes de menores ingresos alcanza un nivel universitario completo. Las diferencias que plantea un modelo empujado por la producción de bienes son, bajo este escenario, alentadoras; la rotación laboral en la industria es sensiblemente menor que en otros sectores, al tiempo que los episodios de desempleo e informalidad tienen menor probabilidad de ocurrencia, todo lo cual justifica las medidas que busquen profundizar y diversificar el aparato productivo nacional, para lo cual habrá también que sumar esfuerzos en materia tecnológica. Esta mayor cohesión en el tejido industrial, en el camino de lograr mayor competitividad sistémica, queda supeditada a la capacidad de generar y asimilar mayores saberes técnicos; estabilidad institucional de largo plazo, una mayor participación del empresariado local, así como políticas públicas que fomenten el desarrollo local de cadenas de valor con una mayor integración social. Descargar informe completo, cliquee aqúí

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