Como preparatoria de la próxima reunión de Presidentes del 2 de abril, se realizó en Londres la cumbre empresarial del G20 con la presencia de las principales entidades empresariales a nivel mundial.

La UIA llevó su posición a la Cumbre Empresarial del G20 en Londres

18/03/2009
Como preparatoria de la próxima reunión de Presidentes del 2 de abril, se realizó en Londres la cumbre empresarial del G20 con la presencia de las principales entidades empresariales a nivel mundial. La Unión Industrial Argentina, que fue la entidad empresarial argentina designada para participar en la cumbre, manifestó que la actual crisis económica no se resolverá meramente con mayor regulación junto con políticas monetarias y fiscales expansivas, sino que adicionalmente se requiere repensar los vínculos entre las finanzas y la economía real. En este sentido, resulta fundamental potenciar los mecanismos que canalicen los recursos financieros hacia las necesidades del sector productivo, contemplando especialmente las pequeñas y medianas empresas, fundamentales actores en la creación y preservación de empleo, así como de un desarrollo regional equilibrado.
Asimismo, se destacó que la crisis financiera es una manifestación de la disociación de la valorización financiera sobre la economía real, lo que acentuó la desigualdad entre países ricos y países pobres alcanzando un nivel sin precedentes en el transcurso del último cuarto de siglo XX. Por ello, y dado el actual contexto mundial, se deben tener en cuenta, más que nunca, las asimetrías productivas entre los diferentes países, de forma de lograr preservar los procesos de desarrollo industrial de las economías medianas.
Se transcribe el resumen de la disertación del Presidente de la UIA en la Cumbre Empresarial del G20 en Londres.

Disertación
Presidente de la Unión Industrial Argentina
Cumbre empresarial, Londres, miércoles 18 de marzo de 2009
En primer lugar, quisiera manifestar mi beneplácito por la efectiva realización del presente encuentro, el cual expresa la voluntad de trabajar en forma conjunta en el hallazgo de las soluciones que requiere este histórico tiempo de crisis.
Durante los últimos años hemos sido testigos de un desarrollo de las finanzas globales caracterizado por una creciente especulación y un progresivo des-acoplamiento frente a la esfera productiva y la economía real. En este proceso, se han globalizado los agentes privados y los mercados financieros, pero no evolucionaron en forma paralela las instituciones internacionales de regulación y supervisión, ni los mecanismos internacionales de provisión de liquidez, similares a los existentes en los sistemas nacionales.
Paralelamente, la desigualdad entre países ricos y países pobres, que ya mostraba niveles preocupantes en la primera mitad del siglo XX, alcanzó un nivel sin precedentes en el transcurso del último cuarto de siglo.
Hasta el momento, el debate sobre la crisis estuvo dominado por dos preocupaciones centrales: la necesidad de regular con mayor eficacia los mercados financieros al interior de cada País y en el Mundo como un todo; y la ventaja de adoptar políticas monetarias y fiscales expansivas.
Sin embargo, las políticas fiscales y monetarias expansivas implementadas sin considerar los desequilibrios estructurales de la economía global, son contraproducentes, al tiempo que la regulación de los mercados financieros no será suficiente si no se encuentra acompañada por medidas diseñadas a los efectos de fortalecer los vínculos entre las finanzas y los sectores reales de la economía.
En este marco, la crisis representa una oportunidad para discutir mecanismos e instrumentos, cuya implementación contribuya a la convergencia de las economías en desarrollo hacia los estándares socioeconómicos propios del mundo desarrollado.
Vale destacar que durante los últimos 30 años, el crecimiento promedio del producto mundial fue de 2,9% y tuvo un marcado protagonista, el desarrollo del comercio internacional, que creció a una tasa promedio de 5,1%. 
La interdependencia existente entre la apertura comercial y el crecimiento económico parecería ser clara, sin embargo, como he mencionado antes, la distribución de este crecimiento económico no ha sido homogénea para todos los países, e incluso ha generado destrucción de empresas, empleo y, por tanto, la pérdida de capacidades acumuladas en un sinnúmero de países en desarrollo.
La crisis actual nos enfrenta a una importante retracción del comercio mundial. No obstante, para amortiguar los impactos de la misma en el comercio, se requerirá mucho más que acuerdos comerciales. Dado el actual contexto, debemos tener en cuenta, más que nunca, las asimetrías productivas entre los diferentes países, de forma de lograr preservar los procesos de desarrollo industrial de las economías medianas. En este sentido, las concesiones en la negociación de NAMA’s por parte de los países en desarrollo deben ser acordes a esta realidad y equivalentes respecto a las otorgadas en la agricultura por parte de las economías desarrolladas, tal cual fue expresado claramente en el párrafo 24 de la Reunión Mini Ministerial de Hong Kong.
Adicionalmente, nuestras economías no podrán resistir, dadas las consecuencias que ello tendría en el nivel de actividad, empleo y por tanto en la estabilidad social, la venta a precios de liquidación de los excedentes de bienes existentes a nivel mundial derivados de la crisis.
Por su parte, en un marco de fuerte retracción del crédito, resulta imperioso potenciar los mecanismos que canalicen los recursos financieros hacia las necesidades del sector productivo, quedando a disposición, especialmente, de las pequeñas y medianas empresas, fundamentales actores en la creación y preservación de empleo, así como de un desarrollo regional equilibrado.
En este sentido, estamos de acuerdo que una mejor regulación financiera, junto con la necesidad de coordinar políticas expansivas a nivel mundial, resulta relevante, pero no hay que olvidar cuestiones esenciales que hacen al desarrollo de nuestras economías: la necesidad de contar con políticas públicas (incluyendo la política cambiaria) que formen parte de una estrategia integral para promover la producción, fomentar la integración social y el desarrollo regional. En este escenario de crisis mundial, la Argentina no puede renunciar a su proyecto de industrialización, única forma para abordar las necesidades económicas y sociales de los habitantes de nuestra nación. 
Todo esto debe darse en un marco de debate sumamente amplio, donde la crisis sirva como invitación para la reforma de los acuerdos que regulan la relación entre las finanzas y la economía real. La reconstrucción de las instituciones propuesta, con mayor participación de los países en desarrollo en su conducción, debe promover una economía de mercado que sirva más eficazmente al objetivo decisivo de mejorar las oportunidades y la calidad de vida de un número cada vez mayor de seres humanos en todo el mundo.
Muchas gracias.

Unión Industrial Argentina Buenos Aires, 18 de marzo de 2009

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