¿POR QUE TODAVIA NO TENEMOS GRANDES PARQUES EOLICOS?

En el trabajo desarrollado por el Ing. Hugo Brendstrup perteneciente a INVAP INGENIERIA se plantea la posibilidad de desarrollar un sistema mixto (hidroeólico) como forma de mejorar la remuneración que percibirían estos agentes asociados. Si bien el precio de la energía en el MEM se esta incrementando permanentemente, aun dista de los 75 USD/MWh que el especialista considera como piso para remunerar parques eólicos en la Patagonia. Sin embargo, adicionando al precio del MEM los incentivos para las energías renovables y los bonos de carbono, cada vez se esta más cerca del punto de equilibrio. La pregunta es; cuando se llegue a este punto ¿estaremos en condiciones de tener una industria que desarrolle y produzca localmente los molinos de potencia o seremos simples importadores de equipos?

22/04/2009
Por el Ing. Hugo Brendstrup, Invap Ingeniería, Abril de 2009
 
Estamos ante una paradoja: los precios artificialmente bajos de la electricidad impiden que brote una industria eólica argentina, pero al mismo tiempo frenan el desembarco en el país de fabricantes extranjeros. Esto crea una “ventana de oportunidad” para que algunas firmas argentinas asuman el riesgo de volverse competidoras mundiales en este mercado inmenso. Pero este lapso no durará mucho, pues la situación que actualmente se sostiene forzadamente desde el Estado, gastando miles de millones de dólares por año en subsidios, no puede mantenerse por mucho tiempo mas.
 
Si la Argentina tuviera instalados algunos parques eólicos grandes, con equipos propios, diseñados y fabricados en el país, probablemente la situación energética del país sería un poco menos apurada. Sin embargo, lo fundamental pasa por otro lado: con la Patagonia como “showroom” de tecnologías propias de explotación del viento, la economía criolla estaría en los inicios de un nuevo renglón de exportación industrial, y uno sumamente “intensivo en trabajo”, capaz de generar en el país decenas de miles de empleos calificados.
 
La realidad actual es muy distinta. Casi no tenemos parques eólicos, y nuestros desarrollos tecnológicos en el rubro son incipientes. Y eso se debe a dos factores:
 
-Todavía el mercado eléctrico nacional paga muy poco el megavatio hora, de modo que los generadores privados la opción eólica no les resulta atractiva.
 
-Las incentivos nacionales y provinciales que premian la generación eólica no alcanzan para volver interesante este precio.
 
La disparada internacional de los precios gasíferos y petroleros, y el hecho de que el gas y el petróleo se están volviendo recursos muy escasos en el país, va cambiando esta situación. Inevitablemente, el precio monómico de la electricidad en el Mercado Eléctrico Mayorista, o MEM, sube. A unos 45 dólares el megavatio hora, ya mas que cuadruplica el existente al momento en que se terminó la paridad cambiaria “uno a uno”.
 
Si a eso se le suma la posibilidad de combinar la electricidad eólica con la hidráulica, que permite suministrar al MEM “potencia firme” (y por ende, a tarifa plena) en forma independiente de la disponibilidad de viento, resulta inevitable que en algún momento se llegue a valores interesantes para los generadores privados.
Hace tiempo, en la década del 80’ se hizo un trabajo en la CNEA, considerando la central hidroeléctrica de El Chocón, para lo cual se estuvieron tomando datos de velocidad de viento en la zona con equipamiento que fué fabricado, instalado y operado por INVAP. Ya en ese momento se veía lo interesante de duplicar el factor de carga de El Chocón (de un 30 % aprox.), adicionando el factor de capacidad de un parque eólico que fuera del mismo orden, con la ventaja de tener las líneas de alta tensión ya instaladas. Hoy hay varias otras centrales hidráulicas en el sur que merecen ser estudiadas desde este punto de vista, considerando la excelencia del recurso eólico en sitios muy cercanos a las líneas de transmisión y estaciones transformadoras que llevan esta energía desde las hidroeléctricas hasta los centros de consumo.
 
¿Cómo funcionaría tal sistema mixto? El “consorcio hidroeólico” vendería potencia firme al MEM, siempre. ¿Por qué? Cuando hay disponibilidad de viento, un bien sobreabundante, el consorcio ahorra parte del “combustible” de las represas, es decir, el agua, un bien escaso. El MEM, a todo esto, se limita a comprar electricidad, sin diferenciar su fuente. Lo extraño es que las partes del consorcio, el operador hidroeléctrico y el eólico, podrían estar alejados entre sí, dentro de lo que permita la red eléctrica y el costo de transporte. Lo único que los une, además de un circuito de líneas de alta tensión y un mercado eléctrico, es un acuerdo comercial.
 
Cuando estos acuerdos empiecen a firmarse por la pura fuerza de las cosas, aquí podría haber un aluvión de equipos importados, tal vez a precios de dumping. O más probablemente, podrían venir a instalarse con sus fábricas los grandes proveedores mundiales, entre los que comienzan a jugar un rol importante China e India. Aprovecharían el relativamente bajo costo del trabajo calificado local, le conseguirían una nueva vida a sus equipos de alrededor de 1,5 a 2 megavatios de potencia, que empiezan a quedar “chicos” para el Primer Mundo (sobre todo para parques eólicos Offshore) y de paso, neutralizarían la posibilidad de que nuestro país produzca competidores emergentes.
 
En producir tales emergentes, la Argentina, aunque no lo sabe, se juega mucho y puede bastante. El mercado eólico mundial el año pasado vendió 27.000 MW, facturando mas de 40.000 millones de dólares, y crece un 25% por año, en promedio, desde hace dos décadas. Y existen algunas firmas locales de tecnología con potencial de irrumpir con diseños propios, alta calidad y precios competitivos en ese mercado gigante.
 
Dos de esos contendientes son la empresa nuclear y espacial INVAP, de Río Negro, y la mendocina IMPSA, cuyo fuerte son las turbinas hidráulicas y las grandes grúas. Ambas empresas, además, son exportadoras exitosas de tecnología compleja desde hace mucho, y respetadas en el exterior.
 
Existe otra firma nueva, NRG Patagonia, formada por petroleras de Comodoro Rivadavia, que ha hecho “joint venture” con un fabricante internacional para construir sus equipos en forma local.
 
Si las firmas locales no lograran crecer a tiempo dentro de su propio mercado interno, aprovechando la frágil y paradójica protección de las todavía bajas tarifas del MEM, se cerraría una “ventana de oportunidad” (que difícilmente podrá durar mucho tiempo mas) para que la Argentina construya una industria eólica propia, libre de trabas y licencias exteriores. La ingeniería eólica local quedaría relegada entonces a vender partes, componentes y repuestos, o a fabricar bajo licencia, es decir, dirigir armadurías y terminales.
 
El pronóstico de INVAP es que en muy pocos años, en la Patagonia y en la costa bonaerense inevitablemente veremos grandes parques de molinos. Es imposible no tenerlos en un país donde falta energía de un modo acuciante, pero se desperdicia un recurso eólico calificado por decenas de autores como de los mejores del mundo, en el caso patagónico.
 
La explotación del viento a gran escala en nuestro país sólo será posible cuando los componentes críticos de los molinos (palas, cajas multiplicadoras, sistemas de control, monitoreo y seguridad, generador, electrónica) sean diseñados y fabricados en la Argentina.
 
Seguramente, tales parques trabajarán en equipo con los aprovechamientos hidroeléctricos locales, los existentes (como los del río Limay) o los futuros (como los del río Santa Cruz), y serán muy redituables. La pregunta “del millón” es si los molinos serán extranjeros o nacionales.
 
Electricidad generarán todos, pero no es prender luces lo único que está en cuestión. Están en juego otras cosas: generar trabajo calificado, y cambiar el perfil del comercio exterior argentino vendiendo valor agregado, en lugar de sólo naturaleza bruta o semibruta.
 
 
REVISANDO LOS NÚMEROS.
Si bien el precio monómico del MEM, alcanzó últimamente los 45 dólares (USD) por megavatio hora (MWh), con fluctuaciones estacionales, a los escasos generadores eólicos existentes que quisiesen vender hoy energía en este mercado mayorista no se les pagaría este valor, sino uno inferior. Se penaliza así el hecho de que la eólica no garantiza “potencia firme”, es decir suministro eléctrico que responda instantáneamente a los picos de demanda. Si algún “eólico” le estuviera vendiendo hoy al MEM, cobraría el precio “spot” horario, más potencia por las horas que corresponda, a fecha de hoy bastante menos de 30 USD/MWh, teniendo en cuenta que no percibiría el “sobrecosto de combustible” ni los “sobrecostos transitorios de despacho”, reservados exclusivamente para las centrales que consumen combustibles líquidos.
 
Tales tarifas no alcanzan aún a volver rentables a estos emprendimientos. Y así seguirán las cosas, aunque la sanción de la “Ley de Energías Renovables” lleve el incentivo al generador eólico, actualmente de 1 centavo de peso por KWh (según la ley 25019) hasta 1,5 centavos de peso (de acuerdo a la Ley 26190, aún no reglamentada). En dólares, eso supondrá unos 4 USD adicionales percibidos por MWh, cifra todavía incapaz de interesar a los grandes productores de electricidad.
 
¿Podrían tal vez las provincias de alto potencial eólico poner su granito de arena, para recibir parques eólicos en sus territorios, como contrapartida? Las dos únicas que pagan incentivos a las energías renovables hoy son Chubut y Buenos Aires, pese al excelente recurso del resto de la Patagonia, especialmente en su litoral atlántico, y en muchos sitios especialmente ventosos de la Cordillera, la Precordillera y las Sierras Pampeanas.
 
Pero si Chubut y Buenos Aires actualizaran sus respectivas leyes provinciales para atraer a posibles proveedores eólicos, y lo hicieran en la misma proporción que el estado nacional, en un 50%, esto permitiría hoy estar un poco mas cerca de atraer al negocio “a los grandes”.
 
Por su parte Río Negro está trabajando en el borrador de un proyecto de ley que será enviado a la Legislatura provincial a fin de eximir de todo gravamen impositivo provincial por el término de 15 años, a la realización de nuevas inversiones en emprendimientos de producción de energía eléctrica en el territorio provincial, a partir de fuentes renovables (como sería el caso de la eólica), con un incentivo de 1,5 centavos de peso por kilovatio hora generado. Cuando esté vigente esta ley, un parque eólico rionegrino recibiría un incentivo (Nacional mas Provincial) de unos 8,10 USD/MWh.
 
 
EL CASO DE LOS PEQUEÑOS PARQUES EÓLICOS DE LAS COOPERATIVAS.
¿Y cómo les va a los pequeños productores de electricidad, algunos con equipos eólicos comprados hace una década? En general, se trata de cooperativas que instalaron parques de pequeña potencia, con la excepción de la de Comodoro Rivadavia, que con 17 MW, tiene una planta que califica de mediana.
 
La única “granja eólica” de la Argentina que no pertenece a una cooperativa, es de una municipalidad: la de Pico Truncado, con 2,4 MW instalados. Todo el parque eólico argentino, que a fecha de hoy suma 27,76 MW, se construyó con aerogeneradores importados, aunque en algunos equipos se usaron torres locales, y el costo superó o redondeó los 1000 U$ por cada kilovatio instalado. No se incluye aquí el aerogenerador de 2 MW instalado recientemente por la minera Barrick en la provincia de San Juan (a mas de 4.000 metros sobre el nivel del mar), pues no entrega su energía a la red pública.
 
Como entes distribuidores de energía, las cooperativas que tienen parques eólicos, no le venden esta energía al MEM, para evitar que les paguen menos de 30 USD/MWh. Por el contrario, tienen la posibilidad de entregarla a los usuarios dentro de sus propias redes, porque así se evitan comprarle al MEM parte de la energía que distribuyen.
 
Así las cosas, ese “costo evitado” por cada MWh que generan en sus propias redes, puede alcanzar valores significativamente mas altos que el precio de la energía en el MEM. Por lo demás, los molinos ya comprados desligan a las cooperativas de las futuras y previsibles alzas del petróleo y el gas.
 
El piso de remuneración, para parques eólicos ubicados en sitios con muy buen recurso como el patagónico, sería hoy en día de unos 75 USD/MWh, con inversiones del orden de 1800 USD/KW instalado, valor que sólo podría alcanzarse con molinos fabricados en el país. Con estos números, más contratos de largo plazo (20 años), la Tasa Interna de Retorno configuraría un negocio capaz de atraer a grandes firmas generadoras.
 
¿Se puede llegar a tales valores, con ayuda de otro incentivo de mercado, como son los “bonos de carbono”? Estos créditos, llamados CER (Certificados de Reducción de Emisiones), y creados por los Mecanismos de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto, mejoran un poco las cosas. Ofrecen actualmente un incentivo de unos 10 Euros por tonelada equivalente de dióxido de carbono no emitido. Para el caso de la matriz eléctrica de nuestro país, esto significaría una contribución de aproximadamente 8 USD/MWh, considerando que al entrar la energía eólica al sistema, ésta desplazará a generadores térmicos que consumen combustible líquido, es decir: reemplazaría a “MWh emisores de CO2” que para colmo de males son producidos quemando fuel oil y gas oil importado, y por lo tanto su costo es muy elevado (del orden de 200 USD/MWh).
 
El valor de mercado de los CER, a pesar de que fluctúa bastante, presenta una clara tendencia creciente, razón por la cual es de esperar que contribuya cada vez mas en la rentabilidad del negocio eólico.
 
 
ALGUNOS PROYECTOS EN ESTUDIO.
Un proyecto eólico de magnitud y aparentemente en firme, es el de la estatal ENARSA, con un primer parque de 60 MW llamado “Vientos de la Patagonia I”. ENARSA planea instalar 300 MW en unos 3 años, comenzando por este primer parque eólico de 60 MW en Comodoro Rivadavia, en sociedad con la Provincia de Chubut. Pero por el momento el cronograma de obra es incierto.
 
Hace casi dos años el Gobernador de Chubut y funcionarios del gobierno nacional mencionaron como en firme un emprendimiento privado con una central térmica de ciclo combinado mas un parque eólico de 100 MW, en la zona norte de la provincia de Chubut, con una inversión, en aquel momento, de 1.240 millones de pesos. Dado el régimen de vientos, sería un sitio razonable, aunque no tan bueno como Comodoro Rivadavia, que los tiene mucho mejores. Hay que recordar que hasta hace poco la punta de línea de alta tensión en 500 KV (Sistema Interconectado Nacional) terminaba en Puerto Madryn, y hoy en día está terminada la obra de extensión hasta Pico Truncado, pasando por Comodoro Rivadavia. La línea que hasta el momento conectaba a esta ciudad con el resto del país hacia el norte, no resistía el agregado de 100 MW eólicos, por problemas de estabilidad. En suma, las cosas están cambiando y hoy en día el mejor corredor de vientos del continente cuenta con una línea de alta tensión en 500 KV.
 
Por otra parte, la empresa mendocina IMPSA planea un parque de unos 50 MW en la provincia de La Rioja (Pampa de Arauco), con molinos de 2,2 MW de desarrollo propio.
 
Lo cierto es que los proyectos, algunos muy importantes, que estaban en danza durante la década del noventa, con paridad 1:1 entre peso y dólar, al momento de la salida de esta convertibilidad quedaron automáticamente caducos. Con la devaluación del peso, el precio de la electricidad del MEM cayó por debajo de los 10 USD/MWh, valor absurdamente bajo. Posteriormente se fue incrementando “en cámara lenta” hasta los USD 45 /MWh actuales. Las proyecciones, basadas en los precios de los hidrocarburos y de los biocombustibles, indican que seguirá subiendo.
 
 
UNA INDUSTRIA EÓLICA PROPIA, ¿PARA QUÉ?
El mercado internacional para generadores eólicos hoy supera los 25.000 MW por año, y es predecible que seguirá creciendo la potencia eólica instalada mundial (que ronda los 120.000 MW) a un ritmo superior al 25% anual, empujado por las alzas inevitables del petróleo a lo largo del tiempo (mas allá de los recientes vaivenes de su precio), la incertidumbre política sobre las fuentes de abastecimiento, y la pura y sencilla razón de que este recurso empieza a agotarse en todo el planeta, y prácticamente se habrá extinguido posiblemente para mediados de este siglo.
 
En nuestro país, como se explicó antes, están desarrollando molinos de potencia las siguientes empresas: INVAP (con un aerogenerador de 1,5 MW Clase 1, es decir para vientos de alta velocidad, que rápidamente derivará en un segundo modelo de 2 MW para vientos mas suaves, Clase 2) con tecnología propia, e IMPSA (con un aerogenerador de 1,5 MW Clase 1 y otro de 2,2 MW Clase 2). Y está también la mencionada NRG Patagonia, que hizo un “joint venture” con una firma extranjera para fabricar en forma local un aerogenerador de 1,5 MW Clase 1. Todavía no hay ningún fabricante argentino que esté en la fase de producción en serie.
 
Y no por falta de necesidad. La situación eléctrica de la Argentina es acuciante, al punto de que para el gobierno –que no es ni las empresas o sus inversores- ya empieza a perder sentido diferenciar entre energía barata y cara, porque la opción empieza a ser abastecimiento o desabastecimiento. El gas, tan económico, al parecer, durante los años ‘90, hoy tiene sus reservas nacionales muy mermadas, hoy debe ser importado a precios muy altos, y todavía no existe la adecuada infraestructura para hacerlo, ni un proveedor asegurado, lo que ha obligado a aplicar una solución de muy alto costo: la importación de gas natural licuado, que actualmente se inyecta en nuestros gasoductos mediante un buque regasificador alquilado (ubicado en Bahía Blanca).
 
Si existiera una voluntad clara de salir de la actual “impasse”, hay varios proyectos de parques eólicos económicamente viables a corto o mediano plazo. La idea-fuerza sería que los grandes generadores eólicos se asociaran con firmas hidroeléctricas que tengan capacidad de embalse, es decir de acumular agua. Como estamos hablando de futuros parques eólicos de elevada potencia instalada, esto elimina varias centrales “de pasada” sobre los caudalosos ríos de llanura del centro y el noreste del país, pero deja en el centro de la escena a represas como las del Comahue, en el norte patagónico, o las que planea construir la Provincia de Santa Cruz sobre el río homónimo.
 
Esta complementación hidroeólica transformaría la energía eólica en potencia firme, y sería mas que justo reconocerle como mínimo una tarifa del orden de los 45 USD /MWh (actual precio monómico del MEM). Al sumar los incentivos actualizados (El Nacional y uno Provincial como el propuesto por Río Negro), se llegaría a unos 55 USD/MWh, todavía por debajo del valor de corte que volvería rentable un parque eólico en zonas de buen viento, pero ya un poco más cerca. La diferencia necesaria para hacer rentable el negocio podría pagarse con un incentivo cuyos fondos se recauden simplemente con un porcentaje del ahorro en subsidios a los combustibles líquidos, los que se evitarían al producirse este reemplazo de MWh de origen térmico (de centrales a gas oil y fuel oil), por energía eólica.
 
No falta demasiado para que el precio del MEM llegue a 60 o 65 USD/MWh, los que -sumados a los incentivos de las energías renovables y los bonos de carbono- harían rentables a estos parques eólicos, equipados con molinos nacionales, y asociados con las hidroeléctricas. La venta de los créditos o bonos de carbono (CER), como se dijo, contribuirá cada vez más a esta rentabilidad, a medida que su cotización se vaya incrementando en el mercado internacional.
 
INVAP aspira a vender aerogeneradores en el mercado nacional y a ir logrando una creciente presencia en el mercado mundial.
 
A nuestro entender, se presenta una ventana de oportunidad, para desarrollar tecnología propia en eólica de potencia. Pasado ese lapso, el negocio sencillamente será suficientemente rentable, y sobrarán interesados en construir parques eólicos con la tecnología que tengan más a mano, o consideren más barata y confiable.
 
Si la Argentina en el interín no ha logrado buenos desarrollos locales, se habrán dado las condiciones para que aquí se radiquen las empresas extranjeras que hoy dominan el mercado mundial. Y se habrá perdido una tremenda oportunidad de competir con ellas.

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